En esta serie fotográfica he pretendido plasmar la belleza de lo efímero y lo perdurable. Revelar la belleza que nos brindan las flores, pero al mismo tiempo mostrar su delicadeza desbaratándose lentamente exhibiendo su fragilidad y caducidad.
Hay en lo efímero una belleza que solo se advierte en las cosas que son de verdad. Como la belleza que poseen las flores, ellas crecen, se desarrollan, dan su esplendor y pasan Es el desarrollo inevitable de la vida. Un hecho milagroso, casi mágico, que se produce en el instante en el que transcurre y que, después, se desvanece en el recuerdo.
Tomar conciencia de esa “belleza involuntaria de lo efímero” es participar en la eterna “oda a lo efímero” que vamos componiendo día a día todos los seres vivos de nuestro planeta. Se equivocan, quienes se afanan en hacer eterno lo que tiene calidad y cualidad de efímero, en un intento de prolongar lo que tiene fecha de caducidad o en repetir, lo que es irrepetible. Nada es para siempre, esta es una de las verdades universales que nos lega la vida