Todos, en algún momento de nuestra vida, nos sentimos melancólicos o tristes. Estos son sentimientos normales y pasajeros que, por lo general, aparecen y desaparecen en unos pocos días. El problema viene cuando este tipo de emociones negativas se prolongan en el tiempo interfiriendo en la vida diaria y en el desempeño de las actividades cotidianas. Cuando esto pasa se puede considerar que la persona ha entrado en un estado depresivo.
En esta serie he querido visibilizar lo que siente una persona con esta depresión y sobre todo tener una cosa clara y positiva: de la depresión se sale y una vez haya pasado la tormenta una se siente más fortalecida y dispuesta a luchar contra lo que venga.
Seguramente habremos escuchado frases como éstas “No tengo ganas de nada. Me aburre todo. Soy incapaz de concentrarme, de leer un libro y me aburre la televisión. Solo tengo ganas de estar tumbado. Es como si no tuviese fuerzas para hacer cualquier cosa, por pequeña que sea.”
Es difícil describir lo que es una depresión a quien nunca lo ha vivido. Esta es una enfermedad común, pero no por ello hay que restarle importancia ya que se trata de una patología muy grave que necesita de un tratamiento para superarla. Deslizarse en una depresión es como estar en un lugar oscuro del que no se puede escapar. Es como estar encerrada en una habitación sin luz, ni ventanas ni puerta. Está tan oscuro que no puedes ni siquiera ver tus manos delante de tu cara y no digamos ya encontrar una salida. Fluctúan toda clase de emociones: miedo, desesperación, vacío, insensibilidad, vergüenza y una incapacidad para reconocer la persona alegre y feliz que solías ser y se pierde el deseo de tomar parte en la vida.